Villagarcía de Campos
El término municipal de Villagarcía de Campos cuenta con una extensión de 3.745 hectáreas dedicadas principalmente al cultivo extensivo de cereal, también existen algunas zonas de pastos, y algo de regadío. En este pueblo termina el ramal Macías Picabea, del Canal de Castilla. El camino más corto a Villagarcía desde Valladolid se hace siguiendo las carreteras locales de la siguiente ruta: Valladolid-Zaratán-Wanba-Peñaflor de Hornija-La Santa Espina-Villagarcía: en total, 49 kms. Otra forma de llegar es tomar la carretera de León (N-601) hasta medina de Rioseco para desviarse allí por la C-519. La comodidad de esta ruta se ve penalizada por el número de kilómetros, que sube hasta 60.
Historia
La historia conocida de Villagarcía se remonta al siglo X, época de la colonización de estas tierras, irradiada desde la gran Abadía de Sahagún, y por tanto, de carácter monástico.
Los años de mayor esplendor de la villa se registran en el siglo XVI, cuando era señor de Villagarcía don Luis Méndez de Quijada, tenido en gran estima por Carlos V y Felipe II, y de cuyo castillo todavía subsisten las ruinas. Prueba de este afecto es que el emperador le confió la educación de su hijo natural don Juan de Austria, Jeromín, a quien se trajo Quijada a Valladolid desde Alemania, en el viaje que realizó a España para casarse con doña Magdalena de Ulloa, mujer de vital importancia en la Historia de Villagarcía.
Cuentan los cronistas de la época que doña Magdalena desconocía quién era en realidad el joven a quien su marido educaba, y por el que tantos desvelos tenía. Tanto que la esposa de don Luis llegó a pensar que el joven era fruto de "alguna debilidad " de su marido.
Pero el tiempo vino a tranquilizar a Doña Magdalena cuando Felipe II proclamó en el monasterio de la Santa Espina que Juan era su hermano. A la muerte de don Luis, su viuda se dedicó completamente a la fundación de tres colegios de jesuitas en Villagarcía, Oviedo y Santander. De sus obras en Villagarcía se conserva la Colegiata de San Luis, a uno de cuyos laterales iba adosado el colegio de la compañía de Jesús, hoy desaparecido, salvo la pared de la celda del Padre Isla.
Entre los hombres ilustres de Villagarcía se encuentran el maestro Juan de Villagarcía, religioso dominico que acompaño a Felipe II en su viaje a Inglaterra, cuando fue a casarse con la reina María Tudor, y don Manuel Hurtado de Mendoza, quien escribió importantes tratados sobre medicina.
El jesuita padre Francisco de Isla no nació en Villagarcía, aunque su vida y su obra literaria están estrechamente ligadas a la historia del pueblo y de la Colegiata. Llegado al colegio de la Compañía de Jesús en 1719 a los 16 años de edad, en él escribió bastantes de sus obras. Autor ilustrado, de su pluma salieron libros tales como "Fray Gerundio de Campazas”, "Cartas", "Juventud Triunfante" y "Compendio de la Historia de España".
Colegiata de San Luis
El exterior de la colegiata es de líneas severas. La fachada principal se levanta sobre unas escalinatas y tiene la puerta adintelada, sobre la que se abre un amplio ventanal. La planta del templo es de cruz latina, cubierta por bóveda de cañón, con tres capillas en cada lateral de la nave. El trazado de los planos corrió a cargo de Gil de Hontañón, quien deja de ver en ellos las formas renacentistas tan en boga en aquellos años. Muestra de su gusto por lo clásico son las puertas y ventanas adinteladas y el frontón de la fachada, aparte de otros muchos detalles.
El retablo mayor lo diseñó Juan de Herrera y lo labró el maestro Juan Sanz de Torrecilla. El primer cuerpo, alzado sobre un pedestal en piedra de las canteras de Urueña, presenta tres grandes relieves en alabastro con escenas de la Anunciación, la Adoración de los Reyes y la Circuncisión, así como cuatro hornacinas con esculturas de los Evangelistas. Los relieves del segundo cuerpo muestran motivos de la Pasión, la Oración del Huerto, la Flagelación y la aparición de Jesús a Mª Magdalena, que va en el centro.
Por último, el cuerpo superior, bajo el frontón, lo ocupa una escultura de San Luis Rey de Francia, a cuya advocación se construyó la colegiata. En el presbiterio, al lado de la epístola, descansan los restos de doña Magdalena de ulloa, y en frente, en el lado del evangelio, los de don Luis Quijada, bajo sus estatuas de mármol. A ambos lados del crucero hay otros dos retablos, que reciben las imágenes de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, y de San Francisco Javier, santo de la misma orden.
Iglesia de San Pedro
El otro gran monumento de la villa es la iglesia de San Pedro, de tosco sillar, de muros lisos, con una hermosa portada de medio punto y una torre de dos cuerpos de ladrillo, con ventanales de perfil mudéjar.
Economía
La Villa está situada en la comarca de Tierra de Campos, una tierra llana, de enormes perspectivas, conocida en la documentación medieval como "campigothorum" (campos góticos).
Siguiendo el modo de vida de esta comarca, las gentes de Villagarcía se dedican principalmente a la agricultura y a la ganadería. No obstante, pueden encontrarse buenos profesionales y oficios, como Juan Olandía, miembro de una saga vasca que hace muchos años se estableció en la zona, y que es un gran ebanista. Juan ha realizado espléndidos trabajos en la reconstrucción de HEREDAD DE URUEÑA, entre otros la estructura de la cubierta del Palomar, realizada en madera con la técnica tradicional del "pendolón". Eduardo, el hijo mayor de este ebanista, es uno de tantos jóvenes que han estudiado una carrera universitaria y se han ido del pueblo, en busca de otros horizontes.
En cuanto a la ganadería, predominan las explotaciones de ovino para leche y también para la obtención del lechazo, que tanta fama gastronómica tiene en toda la zona de Tierra de Campos. Existen explotaciones de porcino, no menos importantes que las anteriores, dedicadas a la obtención de lechones para engorde, además algunas explotaciones de vacas lecheras.
Un aspecto importante en la economía de Villagarcía de Campos es la Colegiata de San Luis, y en concreto la residencia de los Padres Jesuitas, que mantiene un buen número de puestos de trabajo, además de su atractivo turístico, ya que son numerosos los curiosos que se acercan hasta Villagarcía para admirar este monumento, sobre todo en la epoca de verano.
Fiestas y tradiciones
El día 3 de febrero celebra Villagarcía la fiesta de San Blas, que va precedida de la de San Blasino y seguida por la de San Blasón, víspera y siguiente de la fiesta. Lo más llamativo es la carrera de cintas, en la que los caballistas tratan de ensartar con sus lanzas cintas bordadas que penden de un cajón y que más tarde ofrecerán a las damas.
Por carnaval el pueblo se une al resto de las localidades del valle del río Sequillo para realizar distintas actividades festivas que no podrían llevar a cabo por separado.
La "Octava" del Corpus también se celebra en la villa; ese día los quintos sacan al Cristo de la ermita, y por la noche, hacen una gran cena con sus padres.
El 7 de octubre se celebra la Virgen del Rosario, que tienen su propia cofradía. Las vaquillas son protagonistas del programa, cuyo broche es una comida de todos los vecinos en el monte, al que suben en remolques y tractores.