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martes, 27 de agosto de 2019

HOOLIGANGS


CLASTOMANÍA NACIONAL
Antonio Parra

En la parada de mi autobús han vuelto a romper las lunas de la mampara. Es la enésima vez que pasa. Han sido los niñatos de siempre ni golfillos traperos ni pobres emigrantes sino los chaveas de la calle alta. Van al mejor colegio de España, educación bilingüe, tutores, evaluaciones, uniforme y corbata, mil euros por barba, cursos de verano en Dublín, o eventualmente la preparación de un master en Estados Unidos. Están salvajes. Una alfombra de duralex por el suelo, la garita donde uno se resguarda de los vientos de Madrid por el invierno, desguarnecida. ¡Cabrones! ¡A ver ahora con qué me arropo yo mientras aguardo  al busata que a veces llega puntual pero otras veces parece la manga riega que ahí no llega en las mañanas polares de los cierzos guadarrameños que el aire de Madrid mata a un hombre y no apaga un candil!
 Han manejado hoy el martillo o el hacha pero mañana pueden venirnos con la tea incendiaria o sacar el revolver que estos sollastres ven muchas películas del Oeste, y se han dejado influir por el pensamiento de Hollywood que idolatra la violencia, culto al cuerpo y al vigor físico. Iscra. Iscra revolucionaria. Unos mequetrefes así pegaron fuego al archivo de Alcalá que era el mejor de España al final de la guerra civil. El que rompe paga. Pero hay cosas irreparables como fueron los códices del Ordenamiento de Alcalá nuestro código de libertades (1348. Estas nuevas hordas urbanas me dan un poco de miedo. Pertenecen a las nuevas clases pudientes, cachorros consentidos y malcriados de esta democracia, educados en el a que quieres boca y el que te apetece, pero que a lo mejor carecieron del amor que nosotros que, aunque más pobres y humildes, no nos dieron malacrianza. Algunas veces le tengo que estar agradecido a los cintazos que me dio mi abuelo (sólo me solmenó una vez con la correa) y a los zapatillazos de mi madre que era doña María la Brava (innúmeras) pero a golpes la sangre entra y nos enseñaron a discernir un poco el bien del mal. A estos chavales mucha tolerancia y la libertad que se les da la convierten en libertinaje.
 Son nuestros “wasps”, los padres van a lo mejor por el tercer o cuarto divorcio, él, hombre de negocios no para el día en casa, ella, dama-dama de alta cuna y de baja cama, quizás se aburra, citas en la peluquería, cafetín con las amigas por las mañanas, el rastrillo. Ladies of leisure que dicen los ingleses, por única lectura el Hola, domingos a misa de doce, sus cuestaciones, el ropero bien abastado y en la despensa no falta nada de nada. Gente rica y guapa y por lo general buena, acomodaticia y reservada, un poco egoísta la verdad. Intrascendencia generalizada. Un ojo en la cuenta corriente y otro en la báscula porque aquí estar gordo y haber perdido la línea es la peor de las desgracias, gente muy preocupada de su cuerpo, y viviendo un poco a la californiana. A la prole no carece de nada.
 Adminículos cibernéticos último grito, un ipod y un güifi, una bici de montaña, patinetes para que machaquen el asfalto a toda caña y se lleven por delante a las pobres ancianas y un quad para que el niño no se fastidie y entre en las viejas trochas y encinares como el caballo de Atila a machacar naturaleza virgen los fines de semana. Y la niña  que estudia en universidad de pago los sábados botellón y acaso píldora del día después. Educación de lo más liberal aunque la familia, eso sí, católica de toda la vida, y diez euros en el cepillo de las ánimas que don Quique es cura y parece que le hizo una boca un fraile y no para de poner el cazo. Cuestaciones y colectas a tutiplé. Les sonríe la vida. Seguramente en las próximas elecciones voten pepe pero en las anteriores votaron socialista. Intrascendencia. Frivolidad. Aquí nunca pasa nada. Já. Já. Jí.Jí. Círculo mágico de las cien familias.
 Casa con jardín y tres cuartos de baños, un jardinero que se llama Alí, y mucamas filipinas, fregonas del Este y cocineras rumanas. A qué seguir profundizando en el estereotipo. Son los callealteros de siempre. En mi colonia hay dos castas. Uno pertenece a la más humilde pero jamás a ninguno de mis hijos –que uno es pobre pero honrado y no me quejo de la vida aspiro a la áurea mediocritas a ser yo mismo, villano en mi rincón, y que me dejen en paz y hasta he recabado cierto grado de reconocimiento el que da la sabiduría y no es que uno se las dé de sabios sino de experimentado que más sabe el diablo por viejo que por diablo, porque en el bar de la esquina donde tomo mi café con churros toda las mañanas 1.50€ me llaman don Antonio- se le hubiera ocurrido liarse a hachazos con las mamparas del apeadero o incendiar papeleras que lo esguardamillo.
 Claro que reconozco que a mí cuando era de su edad también iba a robar melones a Peñacolgada. Teníamos hambre y sed. Cuando no nos veía el guarda organizábamos campeonatos de tiro al blanco con el tirachinas a las jícaras o jarrillas de los postes del tendido telegráfico a ver quien gozaba de mayor puntería. O en la charca del de Pecha Román que era una poza en realidad nos bañábamos en pelota y hacíamos cálculos los de la cuadrilla a ver quien era el que la tenía más larga. O una carrera masturbatoria a ver a quién le venía más presto. Lluvias de lefa en las tórridas tardes de aquellos farragostos de verano con mucha calentura sexual.
-        Sois unos guarros y os vais a condenar con esas cochinadas-, nos gritó una vez una espigadora desde lo alto de un cotarro.
 Y que nos estaba mirando cómo se desahogaban con lo poco que tenían un tropel de renacuajos. A Elpidio que era más chico no le venía. Seguramente no le había llegado la edad.  Pedrete que era el jefe de la cuadrilla le dijo:
     -    Chaval cuando seas padre, comerás a la mesa.
 Eran los de Tejares los del pueblo de al lado y rival que estaban apartando un rastrojo. Un diluvio de piedras nos  hizo poner pausa a la procesión y tuvimos que salir arreando. En las fiestas de San Mamerto con los de Tejares siempre salíamos a palos y a las mozas las levantábamos las enaguas cuando estaban arrimadas a su maromo bailando el pasodoble o las seguíamos tras la función a los pajares donde perpetraban cochinadas mucho más contundentes que nuestros juegos de muchachos en la poza del Colorao. A ver no había televisión, los bailes eran de candil y el personal no tenía otra cosa que hacer. A eso de los nueves meses justos de san Mamés una moza traía al mundo algún que otro niño hijo de madre soltera.
Ahora, al cabo de tantos años, cuando veo una poza me acuerdo de aquellas sesiones eróticas que eran test de nuestra hombría y pubertad. En los pueblos de España siempre  se aspira a tenerla más larga que el vecino de al lado. Es el eterno y yo más que la piel  anda más cerca de la camisa que el sayo pero con frecuencia los árboles no nos dejan ver el bosque. Esas bellaquerías las hemos hecho todos. Nadie está limpio de pecado. Sin embargo este vandalismo o clastomanía de romper por romper me preocupa. Al ver esta mañana los cristales de la luna de la parada por el suelo y alfombrada la acera de pedacitos he pensado en la Noche de la Walhalla, la Cristal Nacht. Esa violencia salvaje en los estadios de fútbol revela las carencias de una sociedad que vive en el cuerno de la abundancia. Estamos alimentando el monstruo de las tentaciones totalitarias. Cuando venga la temporada de vacas gordas que llevamos años de vacas gordas no sé lo que será de estos niños pijos.
¿Regresan los nazis? El hedonismo rapante y mosqueante, las reinas de las mañanas, la cursilería, la frivolidad, la falta de principios morales. El todo vale, el aquí no pasa nada, el desdén hacia las personas mayores, el feminismo reduccionzota,  los corrillos contertulios siempre los mismos pues por lo que parece nuestra profesión se ha vuelto endogámica o asunto de comisarios y hablando de los mismos temas no importa qué cadena (esta semana toca Navarra con sus cadenas sus mejanas sus valores y virtudes que fueron cuna de España y sus riaurriaus, a don  Emilio le echo en falta, ese sí que era un conspirador como dios manda y no esta basca tan gárrula) están dando pábulo a unas generaciones completamente desnortadas. La crispa. España se convulsiona y acalambra pero luego todo queda en agua de borrajas. El ole tu madre etc.
 Es todo una lacra de las sociedades avanzadas. Me acuerdo que en Inglaterra estos actos de gamberrismo estaban a la orden del día en los sesenta. Hubo un debate por la BBC. Pregunta del moderador al hooligang de turno. Un valiente de la manada.
        -Why did you do it, pal? (¿Por qué has hecho eso, chaval?
Respuesta del interfecto:
        -For kicks (para divertirme un poco)
El Día de Jalogüin iba yo en el autobús con mi sobrino Jorgito el guardia y un rastacuero que apenas le apuntaba el bozo le tiró un huevo en to la cara  al conductor y por poco lo deja tuerto. Salió de naja pero mi sobrín que es policía nacional tiene las piernas muy largas y prendió al gamberrete. En la hora que lo hizo. Los pasajeros del autobús empezaron a recriminarle no al delincuente sino a Jorgito, que el pobre era bisoño y acababa de obtener la chapa pero creo yo que cumplía con su deber. ¡Maldito halloween! Aquel incidente nos dio la vara.
-        ¿Por qué lo hiciste?
-        Porque me aburro
-        Y si te aburres ¿por qué en vez de tirar cantos contra el busero, un pobre trabajador, al que pudiste vaciar un ojo ¿por qué no te la machacas, tío?
No nos dio respuesta el tirahuevos. Tampoco nos prometió que no lo volvería a hacer más. Seguramente que perpetró su atentado contra un padre de familia al que por poco le deja sin córnea para divertirse. For kicks. Estaba aburrido.
Mi sobrín que es ovetense no se anda con pelos en la lengua. Era la misma respuesta que dio al entrevistador británico el hooligan de hace unos años. Luego en el cuartelillo de la G.C., abierto el atestado, vino el padre y se puso como una fiera contra nosotros. Era un alto ejecutivo. No sabes con quien está usted hablando que si patatín y patatán. Se nos caía a nosotros la cara de vergüenza. Chulo nos salió el tío. Que a ver que hacíamos con su hijo que era menos de edad que iba a interponer querella  por vejámenes y abuso de autoridad para que empapelaran a mi sobrino policía nacional.
-        Déjale que él también se la machaque, Jorgito. Apaga  y  vámonos.
-        Es lo mejor que podría hacer este padre gran pijo, tío. Ya me estaba poniendo nervioso el muy hijo la gran puta.
Y salimos zumbando del cuartelillo. El comandante de puesto con una mirada de inteligencia nos daba la razón y en un aparte nos dijo que en la zona norte de Madrid el destrozar mobiliario urbano se ha convertido en el pasatiempo favorito de las hordas de bárbaros  fin de semana. Clastomanía es el nuevo deporte nacional. Revierte el atavismo y los demonios antiguos. Los españoles no estamos a gusto si no nos rompemos la crisma unos a otros y cuando no hay cojones pues arrasamos los cobertizos de los apeadores de la parada del autobús. O insultamos al vecino. O le quitamos un cacho de la parcela. Que a él le falta y a nosotros nos sobra. Pa que se joda. Yo la tengo más larga que tú. Clastomanía y no cleptomanía que ese es otro deporte o vicio nacional (romper por romper, quebrar por quebrar, arramblar con la honra, perforar virgos, robar por robar) y el otro que se chinche. España no es un juguete. Sólo un búcaro de cristal. No como algunos cabrones que parecen de otra masa. Y yo tampoco soy de lechetrezna ni de pastaflora. Cuando nos apuran, tiramos de navaja. Menos cachondeo oye que el que rompe paga. Señores, no nos rompan otra vez España.



BUFADERO LA SIESTA DEL SÁTIRO EL CEMENTERIO JUDÍO DE SEGOVIA








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BUFADERO LA SIESTA DEL SÁTIRO

Desde el miradero del Pinarejo con la mirada de la carne contemplaba la torre de la catedral (ebúrnea y misteriosa piedra sin tiempo capitel redondo dando cobijo a los vanos del campanario) alzándose sobre los merlones de la muralla y el negro ciprés que besaba con la punta de sus ramas… el matacán donde estuvo el aula de mi primer colegio y la monja como yo era zurdo me ataba la mano izquierda a la pata la mesa para que escribiera con la derecha.
Vi a los soldados de la guardia romana el morrión rematando la galea en forma de cresta de gallo y escuché las alertas del centinela al relevo de la primara vigilia. Segovia ciudad amurallada y romana. Cerca de la plazoleta y el arco del socorro estaba el bufadero. Los cierzos del invierno hacían concilio allí y se disputaban con el ábrego y el solano el sombrero de los viandantes. En lo alto del templo estaba la acrópolis. Cesar Augusto empezó a recibir culto de idolatría en la ciudad donde yo había nacido. Fue coronado el emperador dios del Olimpo el año 34 Ad. Era invocado por las congregaciones populares y su estatua incensada cada tarde por uno de los flámines de turno que trepaba hasta su imagen por una escalera colocada en medio del Acueducto. A mi izquierda a los pies de la sacramental de san Andrés estaba el Corral de los Huesos donde siempre oí yo decir que estaba enterrada gran parte de mi parentela. El osario de los huesos desapareció a finales del siglo XV por orden de la inquisición. Tibias y calaveras ardieron en la gran pira que se preparó. Muchos de mis paisanos hablar por hablar desconocen su historia y ubican la necrópolis hebrea donde no es. En las cuevas del Pinarillo allí donde el Clamores abraza a la ciudad para casarse con el Eresma se alojaron ermitaños durante roda la edad media, hacían penitencia, se flagelaban y lloraban sus pecados frente a la ciudad donde no podían entrar por haber cometido algún agravio. Segovia pecadora magna peccatrix. Albergue de putas y de perailes. Cuando yo era niño se alojaban en aquellas espeluncas tenebrosas familias gitanas. Yo recuerdo a una gitana con el pelo negro subiendo aguas al Clamores por el Camino Nuevo toda vestida de luto y en alpargatas también negras como el mandil la cara cubierta de arrugas y los ojos penetrantes de vidente hasta Santi Espiritu con manojos de romero. Que ofrecía a los viandantes. Al que no le adquiría un manojito le largaba una tremebunda maldición:
—Mañana te enterrarán, señorito. Ya oigo el gorigori, caminas por el mundo con la vela en la mano
A veces la sentencia de la gitana se cumplía y en alguna de las cien torres de la ciudad tocaban a clamor… Qué miedo uy.
La Sacramento a los niños de posguerra nos infundía pavor. Al verla huíamos hasta refugiarnos en el regazo de neutras madres:
—Mamá que viene la gitana Sacramento
Los gitanos habían establecido un aduar en el Pinarillo y aquella bruja moraba en lo que hoy llaman cementerio hebreo donde se exhibe un rotulo con la bandera de Israel y se canta la Hativka algunas tardes pero no era un cementerio sino un eremitorio.
Caminaba  la madre Sacramento acompañada de un gato negro y detrás venía el jefe de la tribu su marido en un caballo lucio. Cuando vendían toda la cesta regresaban a su guarida pero allí donde aparece hoy día una lápida con la estrella de David no había camposanto ninguno que ya digo el verdadero lugar de reposo para mis antecesores que fueron a descansar al seno de Abrahán se encontraba intramuros cerca del enlosado de la catedral a espaldas del templo de san Andrés allí donde alguna vez rendimos culto a Erifos el cabrito que es como se representaba en Grecia a Baco. Se disfraza de cabrito pero es un lobo feroz. No le hagáis caso, alejaos de la botella.
 Sklepos y albacora



Duro es el mundo pero esta mañana de verano misa de san Agustín mis males lleve después de la avenida que anegó los campos de Valdemoro me acuerdo de mi amigo Paco fenecido hace doce años como pasa el tiempo. Umbral era Umbral. Le canto un responso mientras me zampo una albacora de la primera cosecha de la higuera que planté en el huerto. Chimenea y huerto soy feliz mientras miro para los muros derruidos de la patria mía Segovia triunfal el gran cedro del convento de las jesuitinas los merlones de la muralla por donde se asoman los fantasmas de mi pasado todo son pesares y arrepentimientos. La Virgen del Socorro desde su camarín engastado en la veranda me mira con ojos maternales e indiferentes extendiendo su manto protector sobre el barrio judío. Un rabino baja por las escalerillas de san Roque con los doce panes de la preposición. Una parida lleva las velas de la purificación el cantor ante la congregación de san Andrés entona la Shema. En el océano de las borrascas se precipitaron nuestras ansias y desdenes por causa de la política. Suben y bajan los espectros (Wraith) el caballista Jurry cabalga sobre su mejor alazán. Una recién casada alza el velo “huppah” y el mundo se hace de noche en espera del amanecer de los hijos. La congregación entona epitalamios… cuando el rey Nimrod al campo salía… yo contemplo desde mi tabuco toda la estrellería que ilumina el mundo de la edad media cómo era este barrio antes de 1492. Miriam que acaba de ser desvirgada por Jonás su marido en la noche de bodas hace un baño ritual (mikveh) se frota sus partes con agua de lluvia, el sacristán va de acá para allá picando a las puertas de todos los miembros de la comunidad clamando a voz en grito:
—Nos ha nacido un niño que será rey de Israel.
Cunde en aquel instante la alegría por toda la aljama
 Así fue y así será. Me envuelvo en las filacterias  del tefillot bufanda de oración y lloro mis pecados que perdonará siempre Adonai por Yom Kippur. Portamos los judíos la llama del fuego sagrado libamos de la copa del dolor y del vino eucaristía. Señor bendice este zumo de la vida fruto de la labor y de los trabajos del hombre (kidush) amen… amen que este pan y este vino sean la garantía de nuestra salvación (pikuah nefesh) pues para salvar vidas y no para destruirla fuimos puestos los judíos. Somos los elegidos del sufrimiento de la paz y del perdón nos agrada decir shalom. Que esa palabra esté siempre en nuestros labios amin… amin. Todo es perecedero y extinguible pero los hombres van de acá para allá en una Poriomanía incansable buscando la tierra prometida somos trotamundos viajeros peregrinos en esta vida devorados por los félidos tigres leones gatos y alimentados por los solípedos. El mundo se divide en buenos y malos y en animales de garra y pezuña. Seamos prudentes y diligentes… Cunctanter… oído al parche y ojo al cristo que es de plata. Tañe el esquilón y se duermen todos los tordos al sur. S k l e p o s… dura y áspera es la vida misma… este adjetivo griego es un monograma que vale para definir cómo es la vida entre españoles envidiosos desalmados indiferentes ladrones y escoliastas. I am a dangling manVivo colgado de una percha subido a lo alto de una columna como Simón Estilita. Vivo dentro de un arco formero y mi punto de apoyo es un ladrillo sardinel pero como soy algo escaro y tengo una pierna más larga que otra y se me hinchan los tobillos piso mal y me fatigo cuando me atrevo con largas caminata tú me dirás, Rui Blas. Sé manejar el escardín y el almocafre

DOCE AÑOS SIN PACO UMBRAL MURIO EL 28 DE AGOSTO 2007 DIA DE SAN AGUSTIN

carta a paco umbral en el más alla


Carta a Paco Umbral

 

Fui el otro día al café Gijón y me encontré con tu sombra taladarando los espejos. Me mirabas con aquellos impasibles de miope calando hondo mientras tomaba copas con los chicos y las chicas del ayer. Allí estaba la hermana de José Hierro una señorona como muy bien plantada con cara de bibliotecaria y con artritis. Sólo nos salvará la poesía y las musas curativas hacen la senectud más dulce pero yo, Paco, no guardo rencores y del odio de los literatos que es tan peligroso como el de los conventos librenos Dios pero ahí vamos. Tú fuiste de los últimos héroes de la literatura a los que se contemplaba como subidos a un pedestal mitad sacerdotes, mitad cirujanos y también brujos antes que llegara el mercado y la apisonadora del pensamiento único. Fuiste un mago del idioma que hacía malabarismos con el idioma sin haber pasado por las aulas. Te bastó leer a los clásicos y el fino oído para captar el habla de la calle y sublimarlo, darlo la vuelta y muchos nos sentimos reflejados en tus libros que parecen las memorias de un literato adolescente a lo Turguenev y anduviste por la vida con tu complejo de Peter Pan no querías crecer y eso era un triunfo. Admirabas a Ramón Gómez de la Serna pero tu obra no está influenciada por sus greguerías que a Rodrigo Royo el director del Arriba le sonaban a majaderías y con mucho respeto encomendó al maestro que le mandase cosas más vanales desde su buhardilla de Buenos Aires. Muchos obliteran el hecho de que el falangismo fue generoso con los vencidos. Que Pérez de Ayala no fue represaliado. Al contrario, Torcuato le abrió generosamente la tercera de ABC. A ti no te gusta el autor de “Tigre Juan” y ahí acusas una merma: tu falta e cultura clásica. Pero a mí sí.

 

UMBRAL DON PACO

la vida del poeta oye se repite en unos y otros más que el ajo todo es lo mismo. Suenan regüeldos y eruptos y cada novela de Umbral era pedo que se tiraban las ninfas en mitad del Café Gijón y olía a rayos. Umbral tenía la manía de oler bien porque olía mal. Se da la casualidad de que los elegidos de las musas no suelen ser gente de rumbo excepto Umbral que era un quinqui. Todos sabíamos el lugar de su nacimiento y eso marca bastante en este país. Creo que fue por sus origenes más que por la calidad de su pluma por lo que fue encumbrado. Es un tipo que se repite igual que la cebolla. Sus textos huelen ya digo bastante mal. A flujos vaginales a colonia barata de casa de putas y a lencería poco fina de Sepu o de Galerías Preciados. Ha habido un tipo que le dedica una extensa biografía. El libro sobre Umbral y las paternidades que todos conocíamos es impalatable porque el autor que lo firma- demasiados galicismos- es un deja vu no dice nada nuevo y en vez de una pluma parece manejar la catana con la que quiso cargarse a un prelado autobombo autismo. Paco Umbral o Francisco Pérez tuvo la fortuna de arrastrarse ante Lara y subirse a la columna de un mundo lleno de vanidades desde donde ostentaba la prosa sin peinar de un españolito poco viajado. Umbral era lo peor del franquismo reconvertido al badurne democrático. Recuerdo que hace muchos años cuando la feria del libro se abría en Recoletos en lugar del Paseo de Coches le compré y me firmó un libro suyo sobre Larra burro grande ande o no ande es lo que me dijo por supuesto supe cual era su aspiración la de convertir al escritor en una televisión busto parlante puro marketing. Paco fue el producto de un lanzamiento, hijo del boom y un bluf. Hoy es un escritor olvidado por mucho que algún gilipollas media loco y medio autista que se cree el ombligo del mundo pretenda resucitarlo

Pienso que don Ramón era un grandísimo portento mucho más que Ramón el de Pombo y el de la torre de marfil en su piso del barrio de salamanca. En lo que apuntas acerca de Azorin “un hombre que escribía corto porque sus ideas eran cortas” ahí te doy toda la razón. Lo mismo puede decirse de Pío Baroja un novelista que arrima mucho material a sus obras pero luego no desarrolla y al fin le faltan piezas o le sobran pero todos ellos durante la Oprobiosapudieron escribir, publicar y ser admirados, venerados cual héroes olímpicos. Fueron los inmortales de una dictadura que fue generosa con el escritor, mucho más que la tan nuestra cacareada democracia. Tú viviste un Madrid que “estaba traspasado de literatura y te acogiste a la generosa hospitalidad de Rodrigo Royo un periodista ahora ninguneado y blafemado pero que fue mi director y del que aprendí lo poco o mucho que sé del periodismo y tú fuiste colaborador de Pyresa como yo y con los sueldos conseguías pagar la patrona y comprar libros. En la actualidad tales granjerías son impensables después del paso de la apisonadora y del rodillo. Fíjate fuiste a pedirle trabajo a uno que bien conocemos, te pusiste de rodilla para que te dejara subido a la columna de la página de cierre. Fue implacable. Fuera de aquí. Después de tantos canceles abiertos, tantos umbrales ollados vino el gran cerrojazo, la gehena el llanto y crujir de dientes. Agapito García Atadell el tipógrafo del “Sol” y la “Voz”, y novelista en agraz, recorría los cafés literarios de la Villa y Corte con el cadáver de su hijo recién nacido en una caja de zapatos pidiendo una oportunidad a la búsqueda y procura de un editor que le publicase sus libros. Un conocido nuestro, que es tan sarcástico como buen escritor y amigo entrañable, me propuso seguir el ejemplo. Yo no soy un terrorista ni quiero formar parte de esas brigadas del amanecer dirigidas por el inclito tipógrafo que se tomaría su revancha en agosto de 1936 como autor

lunes, 26 de agosto de 2019

HISTORIAS DEE FUENTESOTO REMIEMBRO MI INFANCIA






































HISTORIAS DE FUENTESOTO. EL NIÑO LOCO

En la iglesia e Fuentesoto pequeña modesta y con algún desaliño, construida bajo el reinado de Carlos III, antes era románica, olía a flores ahumadas, a retamar pinariego, a humo de las velas cuando se apagaban los hacheros. Había goteras y por un hueco del techo se colaba alguna paloma, también vimos un día una pareja de mochuelos. Por aquel boquete se colaba la lluvia la claridad de los solsticios. Las golondrinas anidaban en lo alto del retablo y revoloteaban en torno la cabeza coronada de espinas del cristo crucificado que remataba la bóveda. Alguno de la parroquia se distraía viéndolas volar y mirando para arriba. Pensaban que era el Espíritu Santo que bajaba a la hora de alzar.
La traza del templo era pueblerina. Imágenes toscas ocupaban los rincones de las capillas. Sumaban casi medio centenar. Las tallas de Nuestra Señora y la de san Antón eran las más importantes. El 17 de enero cuando la iglesia honra la memoria del santo eremita que un cuervo alimentaba trayéndole cada mañana un panecillo era la fiesta de aquella aldea segoviana. Venían los músicos de Peñafiel y los confiteros de Aranda. Había baile y la orquesta tocaba subido a lo alto de un carro del país. El abuelo se ponía la camisa nueva guardada entreaño en el arca. A los chicos nos daban una peseta para comprar garrapiñadas de Alcalá o hacer una puesta en el bote del Tío Bigotes. Los viejos sentados en los chimorretes de la plaza veían partidos de pelota a mano. También se jugaba al chico de a perra gorda. San Antón en lo más álgido del invierno porque arreciaba la cuesta de enero solía traer sol para alegrar la fiesta. Por la noche helaban y los “corines” se calentaban con buen vino de la bodega o con aguardiente.
¿Cómo es que a Antón –pensaba el Maudillo para sus adentros- siendo un santo penitente lo pintan con esa cara de pillo? ¿Con ese escapulario mugriento que parece no lavarse nunca y ese cerdito que lleva del ronzal?
Todos los domingos mientras ayudaba a misa al cura don Saturnino el niño no dejaba de mirar para arriba. Le hubiera gustado hablarle, decirle por lo menos “buenos días” pero san Antón estaba callado como un cartujo. Su indiferencia era casi monacal. Aquel bienaventurado de la Tebaida egipcia no quería saber nada de aquellos chicos que van a melones y a veces les coge el guarda o se dedican a destruir nidos. Para eso su amigo Vicente era todo un experto, se sabía todos los niños de collaba que empollaba la pájara en las suertes viejas. A lo mejor es que piensa que todos somos unos sarnosos decía Maudillo entre si
-Pero cómo quieres que te hable san Antonio, pedazo de adobe. Las visiones de los santos sólo pueden tenerlas aquellas personas que se pasan la vida rezando como tu abuela Rita
-¿Sí?
-Pues claro hombre claro
-A tu abuela rita ya se le han aparecido Dios y la Virgen muchas veces
Quien así hablaba era Elpidio el de la Melania, número uno en la escuela, el hijo del alcalde a quien su padre quería levar al seminario pues decía que era muy listo y valdría para cura.
La abuela Rita es baja y es coja, tiene mal genio. Lleva siempre un bastón de enebro para zurrar la badana a sus nietos que no se reportan o no hacen bien los mandados. A la abuela Rita no le gusta ir a meses porque dice que si las nueras… ella solita, bien solita, bien se vale y cada uno en su casa y Dios en la de todos. No quiere agobios. Ella su misa y su novena y su bastón. Los viernes acostumbra a quedarse en la iglesia un rato más para el Vía Crucis. Por enero empiezan a cacarear las pollitas y va al nidal a recoger los huevos. La víspera de las Candelas los quintos le robaron una gallina clueca para correr el gallo y bien que lo sintió, demonio. El incidente puso a la abuela Rita de un humor de perros. El Maudillo pagó los platos rotos cunado al salir de la escuela se dirigió a casa de sui abuela con la bolsa donde traía la enciclopedia y el pizarrín.
-¿Abuela usted vio por casualidad a san Antón?
Ante la pregunta la vieja se quedo de un aire y sin saber por donde tirar.
-¿Qué haces tú aquí, modorro, ya te dieron suelta?
-Vine a preguntar una cuestión importante. Elpidio me dice que usted como tanto reza tiene amistad con el cielo y se le aparecen los santos. ¿Y san Antón cómo es?
-Pues como le pintan hijo: la barba larga, la calva patriarcal y el cochinillo que le acompañan como un perrillo de aguas pero tú estás un poco salvaje, Maudillo, dejan los santos que bien están en los retablos. No cumpliste lo que te dije, te olvidaste de una formalidad. Al venir a casa de tu abuelo ¿qué se dice?
-Buenas tardes tenga usted señora Rita
-¿Y después?
-Besar la mano
-Buenas tardes tenga la mi señora
-Ahora ya puedes pasar
El muchacho sigue a través de un pasillo largo camino de la cocina. En ese corredor lóbrego como la cueva de Montesinos le daba la tía Jjuanilla la pobre sopas al Salvita y Pedro el sacristán cortaba el pelo a los hombres porque ejercía ese menester de barbero, hombre de muchos oficios pobre seguro. En aquel tiempo todos éramos pobres aunque felices pues no había otra cosa. La tía Rita estaba haciendo buñuelos y soplillos. Y la Tía Maricruz a la cual llamaban “Nuestra Señora de los Siete Tobillos” por su pie equino echaba de comer a las gallinas. Olía bien y se estaba caliente al lado del llar.
—¿Quieres tomar pan?
―Maudillo dije que no con la cabeza agitando su rubia pelambrerapues entonces date ligero, ve a la fuente a llenar la botija de agua. Después merendarás.
La fuente estaba a unos cien metros de donde tenía la abuela el corral. Era un manantial que escupía un torrente casi una catarata desde el interior de la roca viva. Llenó el cántaro, y ya se iba a volver cuando se escucha un tumulto y ruido de voces y alaridos. Venía la vacada y se había escapado una res pero cómo sería la cara de san Antón. El gañán del Fermín que arreaba a la boyada desde la vega de Pecharromán pegaba grandes voces e iba pegando brincos haciendo mover la tralla con agresivo bagtaneo triunfal:
Apartaisus que va torionda busca el toro padre y es peligrosa; tiene el celo por vez primera vez la novilla que hasta ayer era chota.
A las voces del mayoral la gente que pasaba par allá buscaba burladero en los soportales o se escondía a la puerta de los pajares o debajo de los carros.
El Maudillo que siempre había sido más valiente que nadie se quitó la chaqueta y a modo de capa quiso torear al eral:
― Eh, toro
―Maudillo quitate de hí que te amurca ¿no ves que está torionda y se tira al bulto?
Pero el chaval como si nada… cuando se quiso recordar ya estaba en el suelo derribado más por el miedo que por los cuernos del astado la vaca pasó de largo a toda velocidad. Debía de tener buienas entrañas. En la caida a Maudillo se le quebró el botijo y resultó con un siete en los pantalones. Cuando regresó al hogar la abuela Rita sacó su bastón a pasear y le puso al niño el culo como un tomate. Después de la paliza le dio de merendar. Las barbas de san amtón no eran barbas merovingias de chivo, eran más bien cartoplanas.
Mariano de la Melanea que se preparaba para el seminario venía de dar lección con el señor mestro:
―¿Qué, zurraronte la badana?
―Tú eres un gilipollas. Y toda la culpa es tuya
El Maudillo crispó los puños y le largó una patada al Melania para que no se entrometiera jamás en donde nadie le llamaba. el mriano regresó a casa chorreando sangre por las narices. Pasaba por allí el Tio colodro que se llamaba Nicolás aunque unos l3e decían Colodro y otros coñete. Todas las tardes iba a la bodega y regresaba a casa hablando con las estrellas y haciendo eses con sus albarcas. Era el borracho de Fuentesoto.
―Cuantos besos habrá dado usted al jarro tio Colete
―No muchos pero te participo que me gusta el gtraguillo. El vino es vida
―Ya, ya
―Tú que sabrás, modorro, de los avatares de la existencia. Yo estuve en la guerra y pior poco me matan. En el botiquín el capitan medico me dio un cucuruchito de aguardiente y reviví. Los rojos nos hicieron una emboscada pero yo gracias al vino sobreviví. Saltaparapetos lo llaman
―¿Fue la Virgen la que estuvo de su parte o fue San Antón los agentes de aquel milagro permitiendo que volvieses a Fuentesoto sano y sano, tio Nicolás?
― No sé quijo, no sé. Tal vez fueran ambos a la vez. Por eso cada mes les llevo un bodigo y mando decir una misa por el cabo de mi batallón que cayó en la batalla de Brunete.
El tio Colodro alias Coñete bebía sin parar tratando de evitar los malos recuerdos de la guerra. Por su parte el Maudillete estaba obsesionado con las barbas de San Antón. Quería entender qué pasaba allá arriba, quería ver a Dios que dicen que se le apareció a un pastor y le habló desde lo alto de una encina del somo.
De ordinario no suele ir nadie a la iglesia. Por eso el cura cerraba el templo después de misa. Desde muy antiguo desde los tiempos de los moros hubo una batalla en Fuentesoto culo roto siete varas y otro poco (decía el cantar), los sarracenos atacaron aquel recinto, los cristianos  les tiraban piedras desde la torre y no pudieron pasar, pero quedó un hueco en la pared y por esa ranura se introdujo Maudillo con la idea de hablar con los santos a solas. Se conoce que no había ningún bienaventurado de servicio aquel día. El niño llamó y llamó sin respuesta alguna. Toda la milicia celeste se había ido al bar para celebrar cualquier batalla contra la hueste de Luzbel.
― ¿Y a nosotros?
― A vosotros que os den por el ano― dijo san Pedro ― calma un poquito de calma y esperad. Que habrá habrá para todos.
 ― Esperaremos si es preciso toda la eternidad.
― Uy largo nos lo fiáis. Eso es mucho esperar.
Una urraca afanosamente estaba construyendo un nido en la cima del retablo por encima de la cabeza que representaba al Padre Eterno. Maudillo alzó la vista hacia los ángulos de la bóveda de luneto y observó con gran sorpresa que san Antonio Abad no estaba en su sitio. Había bajado de a hornacina y se paseaba por las gradas del presbiterio.
― Ahí va
Pasó junto a él y llevándose el dedo indice a los labios le dijo a Maudillo
― Chist, vengo de la Tebaida y ya no se puede hablar. Mi regla es más estricta que la de los cartujos. Ni media palabra o te capo, te mando al infierno con Satanás.
Entonces Maudillo, que sólo escuchaba a su cerebro no a la voz del santo, se desató en un largo coloquio, le confió sus planes: quería ser seminarista, que su hermano Crescencio viniese Cobn bien de la mili que pariese un ternero la vaca Marela y unas cuantas cosas más. San Antón seguía de monitor de los misteriosos silencios. Cosas incomprensibles dudas nos asaltan a los creyentes pero hay que seguir en el machito, no desanimarse. Fe es creer lo que no vimos. Las golondrinas alteaban en torno a la cabeza coronada de espinas del Redentor y sus gorjeos un tanto fúnebres eran para recordar aquella tarde en Jerusalén cuando el velo del templo se rasgó y tembló toda la tierra.  Ero no era Semana Santa ni tiempo de misterios eran las lunas de agosto. Vertía lágrimas el cielo a través de las lágrimas de San Lorenzo. Las golondrinas estaban perdiendo la calva del pobre santo pero sus cagamentos eran agradables al señor no eran blasfemias cvomo las que lanzaba elk tío carretero al cuyadrar las ruedas del carro a la rueda. San antón seguía dándose paseos patriarcales por los ánditos de la iglesia. Los demás santos de la corte celestial en sus edículos quietos. El niño bno se daba cuenta de que nno puede haber ni interacción ni intercambio entre el mundo real y el del trasmundo. Los que zarpaban por el istmo de la laguna Estigia jamás volvían. Era una mañana de primavera y Fuentesto amaneció pleno de vida. Por las rendijas entraban efluvios dl huerto de don Adolfo el señor médico. Era un perfume que recordaría toda su vida. Los santos no eran de carne y hueso sino de cartón piedra. Maudillo no lo sabía. Así que si con barbas san Antón y sin ellas la Purísima Concepción




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