Septiembre negro brancas
y opérculos de las agallas del pez, llevo luto por ti, veo chocar los trenes y
se estrellan aviones contra un rascacielos. ¿Conspiración (Verschwörung)? Yo
que sé. Estoy tan tranquilo en el recibidor de mi domicilio, me acaban de
arreglar la parabólica; vino un técnico… quería cobrarme 510 € le di 200 y vas
que chutas democracia de ladrones. Por lo menos me libera Astra de los labrados
de cerebro de radio Macuto nos dan la vara.
No tengo donde ir, ni
oficina ni despacho, ni editorial, ni nadie. Estoy dejado de la mano de dios
aparentemente pero fijándose bien el aserto noto que no es verdad.
Interiormente me siento un elegido. En libertad les hago un corte de manga a
los capitostes mientras contemplo la piedra de la muralla donde se estampa mi
pasado mi presente y mi futuro. Ese sillar romano frente a la casa donde vino
al mundo es mi bola de cristal. Por las ventanas geminadas se adentra en la
visión del Parnaso pero antes hay que hacer antesala en el Departamento de
Legrado de Memoria. Enséñame las manos. ¿Están limpias? Te las acabas de pasar
por la rabadilla, cochino pero al menos no hay el estigma de la sangre. No
mataste a nadie y no sería por falta de ganas. En los matacanes de la muralla
romana no hay centinelas (stelzi) se han ido a la taberna o están en el cuerpo
de guardia jugando a la brisca. El centurión les observa con sus ojos
omniscientes, penetrantes. Fue uno de los miembros de la escolta que estuvo en
el Monte Calvario. Le ayudó a Longinos a portar la lanza que traspasó el
costado y eso le dio poderes mágicos. Roma caerá en los brazos de la apostasía.
El gran blasfemo, ese jesuita usurpador que dio el golpe de Estado en Vaticano
destronando al legítimo, y dijo llamarse Pancho Culo Magno. Pasará a la
historia más por las dimensiones de sus posaderas que por sus encíclicas. Es uno
de los artífices de la gran confabulación. No sabe lo que decía el doctor Freud
que el cristianismo en su caída arrastrará al judaísmo. No os iréis de rositas,
cabrones. Quedareis sepultados en vuestras maquinaciones del gran complot.
Están matando la gallina de los huevos de oro. Si este barco se hundiese nos
iríamos todos a pique… Impervidum ferient
ruinae. El destino nos golpea. Contemplo sin descomponer el gesto los muros
de la patria mía que se están viniendo abajo. El verso es de Plauto cuya poesía
yo leí en un libro de viejo que compré en Arevalo porque te digo parla que lo
sepa que yo fui regatón o colporteur.
Mi destino era la venta de ocasión, un rotundo fracaso como todo lo que tiene
que ver con la literatura en estos momentos. A la plaza del Arrabal y al atrio
de las Angustias yo llegue escapando del mundanal ruido cuando rugía la
marabunta en los 90, escupido por el oleaje de la gran corrupción. La defensa
de mi patria y de mi religión me convirtió en naufrago del sistema. A partir de
ahí mi nombre se agregó a la lista de los innombrables y malditos. El gulag
democrático adquirió proporciones gigantescas a partir del año 89 cuando
mataron a Ceucescu y se declaró la guerra en Yugoslavia. El ángel del mal
envenena las aguas de los ríos de Europa. Luché contra la impostura y me
convertí en vagabundo sin suerte, en un forajido de la escritura pues ahí nos
las den todas. Mi derrota contra las fuerzas oscuras sólo fue aparente. Los
hechos consumados luego nos dieron la razón y serán pocos los que me rechisten
a no ser que sea Peñalosa ese cretino de la Inter que se pavonea por las ondas
como un urogallo. La emisora ha sido vendida a los chinos y ese Peñalosa es un
apartida colombiano, mercenario de los micrófonos que trabajó para el KGB luego
se hizo de la CIA y ahora sirve a los mandarines de Pekin que están comprando
mi patria a cachos. Los mandarines de la CEE: Juncker, la Merkel, Macron y toda
esa patulea de judíos han entrado a viña vendimiada con la apisonadora En radio
Vejestorio echan las habas, sus locutores parlan y cocean contaminados del
hedor de las sentinas mediáticas porque la mentira habita entre nosotros. A
veces tengo la impresión de vivir en una charca bajo la tiranía de una mujer a
la que no quiero pues me fue infiel me insulta y me maltrata con desaires
incontables. Nos toman el pelo, nos lavan el cerebro, nos pasean en carroza y
exponen al ludibrio del mundo. Gracias a ellos supe que el profeta Moisés era
tartamudo, padecía de disfunción eréctil y su bipolaridad se convirtió en crisis
místicas, se tiró al monte le nacieron en la frente dos cuernos como dos
llamas, huyó al monte Sinaí y bajó los derrumbaderos y recuestos de dicho monte
a mata caballo por poco él no se esguardamilla. Pudo hacer cacharritos con las
Tablas de la Ley pero esto no lo quiso Yahvé. Le brotaron dos cuernos radiantes
entre las cejas. Cuando el profeta hablaba al pueblo elegido:
—Mirad estos preceptos.
—Es un trágala — clamó
una voz
—No. Es el camino de la
salvación. Si cumplís estos mandatos, iréis al cielo. Si no, al infierno de
cabeza.
―Viva
la madre que te parió — volvía a clamar la misma voz.
―Era
la de una mujer que estaba encinta de siete meses
Supe yo entonces que los
diez Mandamientos eran algo más que una película en la que trabajaban Sofía
Loren y Charlton Heston un matrimonio que se amaba, amparados por la ley dentro
de una tienda en el desierto, donde el profeta y su concubina estiraban la
alcatifa. La Loren lucía bellísima con sus labios ardientes pero aquello sólo
cine de sesión continua. Now I dont go to the movies any more. Me di cuenta de que no hay que creer
demasiado en las cosas que nos cuentan. Todo son películas y mohatras de
zascandiles de Hollywood. Las ranas siguen croando en las charcas de la mentira
y del pensamiento único que está en todas partes y a todas horas. Pilatos
llevaba más razón que un santo cuando se preguntaba sobre qué cosa sea la
verdad de un Cristo al que habían azotado los del Sanedrín y vestido con la
túnica blanca de los locos. Una pregunta a la que no han dado respuesta los
autores o, si la dieron, la interpretan desde un lado parcial y acomodaticio
como don Segismundo Freud el gran profeta de nuestros tiempos. Si don Alberto
descubrió la desintegración de la materia don Segis dividió el alma en parcelas
y nos adentró en el mundo impenetrable del subconsciente. Este judío vienés se
la cogía con papel de fumar. Mascaba tabaco rubio y quillotraba las grandes
mentiras o semiverdades en el celofán del psicoanálisis. Pufaba habanos que
eran su fuente de inspiración. Sólo a la lumbre de sus cigarros de buena vitola
de Vuelta Abajo era capaz de endilgarnos sus concepciones sobre los desvíos del
pensamiento y la psique de nuestra carne mortal. El hombre es un mamífero que
se mueve por dos cosas en la vida el reino de sus instintos alimentarse y
reproducirse. El dinero y la gloria como subalternos o proyecciones de su gran
apetencia genésica a la deriva. El ser humano es un depredador sexual vino a
decir siempre dispuesto a la coyunda. Desconoce los ciclos de otros animales
para el apareamiento. El hombre y la mujer siempre tienen ganan. Metido en
harina de sus tabúes el lector de don Segis apuesta por matar al padre o
moneársela. Que bajo habéis caído, chavales, sois esclavos de las bajas
pasiones pero no os preocupéis ya no es pecado. La homosexualidad a partir de
él cobraría carta de naturaleza porque uno la mete donde puede y donde le dejan
ya lo decía mi abuelo. Se abrieron pues las puertas carreteras del libertinaje,
las cajoneras de los confesionarios ardieron en enorme pira. Ya no es pecado.
Preguntaba un quídam:
―¿No será aquí donde dan
pol culo?
―No, señor, un poco más
alante. Tiene que ir al Registro pero sólo abren por la mañana de nueve a dos.
Allí le darán razón. Si no consigue la cedula eche la instancia y dirija un
oficio al juez Marlasca con el encabezado de Excelentísimo señor. Él administra
el Negociado de los Putos, el furor gay manda en España. Allí pregunte.
El funcionario le hará
rellenar una ficha verde si es usted buharro y roja si es bardaje. Y permítame
un consejo al entrar en ese despacho se pondrá un mandil en las posaderas o un
detentebala a prueba de cualquier ataque anal porque en esa zahúrda van todos
los tíos desnudos y cantando la canción de “por detrás me gusta más”.
Quedé un tanto corrido
con tales preguntas y respuestas pero la información es la información y no
sabemos en qué mundo vivimos. Las cosas han cambiado mucho. Freud fue un
profeta de los nuevos tiempos audaces cuando todo es posible: la mariconería,
Thomas Mann, Muerte en Venecia, el parricidio, la rebelión feminista, los servicios
secretos, las logias, el Verschörung, la pederastia, los deseos oníricos, las
cartas a Einstein sobre la masa y la velocidad. Uno descubrió la desintegración
del alma y el otro la materia. Los dos eran judíos supervivientes del Shoá. Don
Alberto nos saca la lengua y don Segis se fuma puro. Después de todo Dios no se
pone a echar partida con el hombre ni quiere jugar a los dados. Esas son
mohatras y añagazas del clero romano.
―¿Por qué escribe usted?
―Para
espantar a mis fantasmas internos y a ver si se me pasa el hambre, padezco
gordura mórbida, me da por comer a cualquier hora.
―Pues
habrá que reportarse amigo.
―¿No has oído que hay una virtud que llaman la
templanza?
―Sí,
pero no es de mi incumbencia yo voy por otro temario aunque de mozo era bien parecido.
Les gustaba a las mujeres. Allá por los 74 tuve una novia hebrea que se llamaba
Percival y hacíamos el amor todas las noches en la casa donde el Dr. Freud
escribía sobre el psicoanálisis. Un medio se acabaron nuestros encuentros y no
volvía a verla nunca más. Perduran los re cuerdos de aquel barrio que era la
aljama de los hebreos pudientes. Primrosehill se llamaba
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